Hace unos días sacaron a la luz unas fotos del Rey Emérito con Bárbara Rey, y recientemente unas grabaciones. Solo faltan unos vídeos. Y todo esto para satisfacer las necesidades de escándalos y morbos, así como alimentar los cotilleos y las envidias a la gente, que no debería por qué importarles la vida privada de cada uno, que pertenece a su propia privacidad y en consecuencia debería de respetarse.
Cada cual es libre de tener relaciones con quien le dé la gana, y esas relaciones deberían de respetarse, llevándola con discreción y reservas los propios protagonistas de estas relaciones. Otra cosa son determinados intereses con los cuales se busca un determinado tipo de beneficio o fama, aprovechándose de la relación que había existido. Siendo Rey de España, con toda la fama que ella conlleva, el Emérito no se ha librado de estas indiscreciones y ataques contra su propia privacidad.
Conocido como “el campechano” por su amabilidad, su naturalidad, su simpatía, y su cercanía hacia la gente, el Rey Don Juan Carlos no ha sido alguien que haya robado, matado, o violado a alguien. Pero tiene su propia vida privada que la puede hacer como le apetezca, y esto debería de ser totalmente respetable.
Cierto es que ha tenido amantes como Corinna Larsen ( la princesa alemana que le pidió mucho dinero en los tribunales), la propia Bárbara Rey, la mallorquina Marta Gayà, la actriz y cantante Sara Montiel, entre otras. También ha tenido algunas demandas de paternidad. Y la relación con sus hijos siempre ha sido muy buena, excepto con su hijo el actual Rey Felipe VI con la que está más distante. Y con su esposa, la Reina Sofía, aunque viven separados, la relación es discreta y de respeto.
La consideración que se pueda tener de una persona está en sus hechos y méritos, en el tipo de persona que ha demostrado ser, mejor o peor, pero la privacidad de cada uno debería de ser algo que no tiene porque incumbirnos a los demás.
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