Christine
Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo (BCE), ha soltado la bomba: el
euro digital llegará este octubre, adelantando una agenda que huele a control
totalitario. No está sola en esto; Israel también acelera su "shekel
digital". Mientras tanto, Ursula von der Leyen, desde la Comisión Europea,
anuncia un gasto colosal de 800,000 millones de euros para un ejército europeo
y más presupuestos bélicos, justo cuando la guerra en Ucrania no da tregua.
¿Casualidad? No lo creas. Esto es un plan orquestado para despojar a los
ciudadanos de su libertad financiera, y el efectivo es el último bastión que
nos queda.
Si el
dinero digital se impone y el efectivo desaparece, cada euro que tengas estará
bajo el ojo vigilante de los gobiernos y el BCE. Tu dinero dejará de ser tuyo:
será un número en una pantalla que ellos podrán manipular a su antojo. Donald
Trump lo vio claro en Estados Unidos y, el 7 de marzo de 2025, prohibió
cualquier intento de dólar digital con una orden ejecutiva, declarando:
"No permitiré que el gobierno abuse de los ciudadanos y les robe sus
libertades". Mientras Europa se hunde en esta distopía, Trump defiende el
efectivo como un escudo contra la tiranía. ¿Por qué nosotros no?.
Con
el euro digital, cada compra que hagas será registrada y juzgada. ¿Te gusta
conducir tu coche o comer carne? Prepárate para restricciones. Bajo el pretexto
de sus políticas "verdes" y la obsesión con la huella de carbono,
podrían limitar cuánto gastas en gasolina, carne o incluso viajes. Imagina un
mensaje en tu móvil: "Has alcanzado tu cuota mensual de carbono. Compra
denegada". Esto no es ciencia ficción; es lo que una moneda programable
permite, y el BCE ya ha coqueteado con estas ideas.
Peor
aún, el dinero digital facilita las quitas. ¿Necesitan financiar esos 800,000
millones para tanques y misiles?. Fácil: un clic y te quitan el 10% o el 20% de
tus ahorros como "cuota solidaria" para la guerra. Con el efectivo,
esto es imposible: la gente correría a los cajeros y guardaría su dinero bajo
el colchón. Pero con todo digital, no hay escape. Ya pasó en Chipre en 2013,
cuando los depósitos bancarios fueron recortados. Sin efectivo, no tendrás
dónde esconderte.
El
efectivo es anónimo, tangible y tuyo. Nadie sabe qué compras ni cuánto guardas.
Es tu derecho a la privacidad, consagrado en constituciones como la española,
que protege la inviolabilidad del domicilio. Con billetes y monedas, ningún
burócrata puede rastrearte ni arrebatarte lo que es tuyo sin tu consentimiento.
Por eso debemos luchar por él.
Los
gobiernos quieren súbditos, no ciudadanos. El euro digital es su arma para
controlarnos, exprimirnos y silenciarnos. Pero no estamos indefensos. Deja de
usar tarjetas y aplicaciones móviles para pagar un café o un pan. Usa efectivo
siempre que puedas: en tiendas, mercados, incluso con amigos. Guarda una
reserva de billetes en casa, donde ningún banco ni gobierno pueda tocarla.
Corre la voz: cada pago en efectivo es un voto por nuestra libertad.
No
dejemos que octubre marque el fin de nuestra autonomía financiera. El efectivo
no es solo dinero; es poder en nuestras manos. Si lo perdemos, perdemos todo.
Trump lo entendió. Es hora de que nosotros también lo hagamos. ¡Defiende el
efectivo, defiende tu libertad!.
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