Hemos recordado el episodio de la playa de Palomares, en la provincia de Almería, cuando durante lo de la guerra fría se decía que había caído una artefacto nuclear sin estallar que se había escapado a un submarino ruso.
Pero para tranquilizar a los turistas, el entonces ministro de turismo Manuel Fraga Iribarne, junto con el embajador norteamericano se tomaron un baño para demostrar que no existía ningún peligro de radiación nuclear, pues la ojiva nuclear que estaba bajo el agua de la zona se había recuperado sin problemas, pese a ser top secret militar.
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