VALENCIA AHOGADA POR LA AGENDA 2030

 

La culpa de las inundaciones son de los políticos, y en especial de la Agenda 2030, pues destrozan los pantanos que pueden evitar las inundaciones, y las sequías, aparte de generar energía eléctrica, y además con ello evitan que el agua embalsada se filtre hacia los acuíferos para tener agua en los pozos. Esto es lo primero que no cuentan. Ha circulado en redes sociales una muestra en unas maquetas de Japón, que enseñan cómo las presas evitan las inundaciones.

 

No se dejó intervenir al ejército, ni se mandó fuerzas de orden público como policías, guardia civiles, aparte de bomberos y rescatadores. Tanto militares, como bomberos, rescatadores, y policías se quejaron en redes sociales que no les dejaron ir a socorrer.

 

Se rechazó la ayuda internacional, y se ha impedido a los miles de voluntarios acudir a socorrer y a ayudar, cosa que incluso se ha debatido en la asamblea francesa que nos han ofrecido ayuda y que el gobierno español ha rechazado. 

 

Luego ha venido la desinformación total. Para saber los desaparecidos solo hace falta crear una entidad de fallecidos, dando nombre y apellidos, así como domicilio, con alguna fotografía y vídeo, subirlo en una web y así saber exactamente la gente desaparecida, y para que ayuden a encontrarla. El gobierno niega esa información.

 

Urge desde el primer momento ayuda y socorro, se debería poner unas cartillas de racionamiento para cada damnificado, para intercambiar víveres en el supermercado así como pago de estancia en hoteles o albergues que estén disponibles para los damnificados y sus familias, que en la comunidad valenciana hay más de 150.000 plazas hoteleras y ahora estamos en temporada baja. No ha existido ese plan, mientras el gobierno utilizando la Cruz Roja y ONG’s aloja a miles de inmigrantes ilegales en los mejores hoteles, dándoles móviles, ropa, dinero, etc…, y a los tres o cuatro días de la catástrofe, la Cruz Roja ha enviado miles de mantas, bidones de auga, colchones, lonas, raciones de comida, etc… de ayuda humanitaria a Gaza, cuando hacía falta en Valencia.

 

Ya existen en todo el mundo experiencias en inundaciones, y ya se sabe cómo reaccionar y ayudar desde el primer momento, poniendo todos los recursos disponibles y tomando las medidas de emergencia para que los daños a los ciudadanos afectados sean los mínimos posibles.

 

Días después de la tragedia, sale Pedro Sánchez y dice que ha acordado con el consejo de ministros un paquete de ayudas, que en principio valorado en 10.600 millones de euros, que se incrementará.

 

Habla de condicionar la ayuda al apoyo a los presupuestos generales.

 

Todo esto funciona así porque en vez de ayudar, interesa que haya malestar: que no llegue la ayuda, que se provoquen pillajes y robos, que se mantenga a la gente en la desgracia, para poder extorsionar, como es ahora el caso de los presupuestos generales del estado, que Sánchez los necesita como balón de oxígeno para poder salvar el resto de la legislatura en su favor. Supondrá una brutal subida de impuestos. Ya, en medio de la tragedia que le ha servido de cortina de humo para tapar la corrupción y la subida de impuestos, entre ellos los del diesel, que los sube a 10 ó 11 euros el litro, que son poco más de un euro más por libro, y para los que viajan cada mes son varios euros de más que irán en ese impuesto.

 

Parece que la estrategia política de Pedro Sánchez ante este desastre en Valencia es “o yo, o el diluvio”. Espera que le salven los presupuestos, que lo mantendrá más tiempo en el poder, o quien venga tras él, se encuentre todo mucho peor, para que tenga peor imagen de la que él acabará teniendo.

 

Alberto Núñez Feijóo, el líder de la oposición, ni suele ser lo suficiente crítico con el gobierno, ni se le espera.

 

Muchos piensan que debe de caer Pedro Sánchez, y que se ponga Alberto Núñez Feijoo en la presidencia del gobierno, pero esto es equivocado, porque ambos: Sánchez y Feijóo son firmes defensores de la destructiva Agenda 2030, que ha destruido los pantanos que podrían evitar las inundaciones y sequías, y han impedido que agricultores y ganaderos puedan cuidar el medio ambiente teniéndolo limpio y ordenado.

 

Y Alberto Núñez Feijóo podría ser peor presidente del gobierno que Pedro Sánchez, pues no hay que olvidar que cuando era presidente de Galicia, cuando lo de la pandemia quería tenernos a todos confinados como si estuvieran en barracones de un campo de concentración sin poder salir ni circular, con su ley de salir obligar a todos a vacunarse y con penas de 600.000 euros a los que se negaran. Además quería quitar de la circulación los vehículos de más de 10 años. Lo cual sería un presidente terrorífico que pondría restricciones y limitaría mucho las libertades y derechos. Igual acabaría imponiendo la Agenda 2030 mucho peor de lo que hace Pedro Sánchez, que lo que buscan es apropiarse de todos los recursos y tener a todos controlados y esclavizados.

 

El único que puede salvar a España de la deriva hacia donde nos conducen, de ruina y falta de libertades es Santiago Abascal, el líder de VOX, que no solo ha cuestionado la ineficacia del estado de las autonomías con toda la diversidad de administraciones, sino que además es el único político que ha ido a ayudar, poniéndose las botas, y ayudando a pie de camión a descargar y repartir paquetes de ayudas para los afectados por las inundaciones.

 

Ahora nos venderán que ha sido por culpa de lo que llaman emergencia climática, o cambio climático, cuando esto no tiene nada que ver en absoluto y es tanto la negligencia como la mala fe de los políticos lo que nos ha llevado a esto. La solución para evitar que se repitan inundaciones es volver a reconstruir los pantanos, hacer muchos más pantanos o presas ( que además servirán para producir electricidad abundante, y tener agua abundante), y abolir la ley de restauración de la naturaleza que impide a los propietarios de campos, bosques, montes, y granjas, tenerlos limpios y bien ordenados, tanto para evitar inundaciones, como para evitar incendios.  Además de que los ayuntamientos se cuiden de tener limpias y en buenas condiciones las salidas de agua.

 

Y los afectados volver a rehacer sus vidas otra vez, dando preferencia las edificaciones en lugares altos y algo alejadas de los pasos de agua.