En
este año, el Rey nos ha felicitado una vez más las Navidades, y solo ha
mencionado de pasada algunos de los problemas que más afectan a los españoles.
No
ha hecho referencia a la inmigración, a la Agenda 2030, al mal de los
impuestos, y a los problemas del separatismo.
Pero si ha dado un largo discurso como si diera
una clase básica sobre la Constitución, exponiendo sus bondades, los valores
que representa, y señalando, además, que fuera de la Constitución no hay
democracia ni libertades.
El
Rey debería de ser como un padre de familia que se preocupa por su bienestar,
dando toques de atención al gobierno, parlamento y la judicatura sobre los
problemas que más afectan a los ciudadanos, señalando indicaciones sobre las
soluciones que se reclaman para ello. A mi entender, esto quedaría mucho mejor.
En
su condición de garante de la Constitución, y en lo que representa de unidad y
permanencia de la nación española, con su discurso recordatorio sobre las
bondades de la Constitución, parece que se aleje un poco más el peligro de
desmembramiento y ruptura de España, tal como desean algunos separatistas, y
que son los que sostienen al gobierno de Pedro Sánchez, ya que es el que cede
ante todas sus peticiones políticas.
Su
silencio sobre la Agenda 2030 y el tema de la inmigración descontrolada,
parecen indicar que son cosas con las que está completamente en desacuerdo, y
creo que en esto coinciden una inmensa mayoría de españoles.
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