Después
de varias semanas, al final Jennifer Hermoso ha interpuesto una querella contra
Luis Rubiales por el inocente e insignificante beso, al que califica y
considera de “agresión sexual” no consentida. Se supone que ha puesto la
denuncia por las inmensas presiones que ha recibido tanto desde el gobierno
Sánchez, como desde las organizaciones de feministas, que más bien habría que
llamarlas femi-locas o femi-nazis, por su actitud de brutal opresión contra el
género masculino de la especie humana.
Aunque en los tribunales no cuenta la verdad,
sino que lo que cuenta son las pruebas que se presentan y la mejor narrativa
que sea más convincente de ambas partes, esperemos que los jueces actúen con la
suficiente sensatez y prudencia para que finalmente el tema no se salga de
madre. Porque ante todo lo que hemos visto con los propios ojos, tanto de
linchamiento mediático, como de pruebas en fotos y videos, si Jennifer Hermoso
sale ganando en su querella, va a sentar un precedente muy arriesgado y
peligroso que puede alterar radicalmente las relaciones mujer-hombre, que los
puede llevar a un total distanciamiento en la que ambas partes van a salir
perdiendo ante la imposibilidad de tener una relación sana y natural debido al
riesgo de malinterpretar la diversidad de intenciones, por lo peligroso que se
han vuelto las leyes contra los hombres en las que ya no se respeta ni la
presunción de inocencia, y además aplicando unas leyes claramente
discriminatorias y desfavorecedoras contra los hombres, tengan o no tengan
culpa de lo que se les acusa.
Si las cosas salen mal, ya no es que sea
aquello de “el hombre es un lobo del hombre”, sino que la mujer acabará siendo
el peor y más peligroso animal contra la que se tiene que defender el hombre, y
además con muy poco margen de defensa. Y esto no nos conviene en un mundo en
que las relaciones, hipocresía aparte, ya vienen siendo demasiado complicadas,
como para complicarlas aún muchísimo más por dar una muy peligrosa importancia
a tonterías de las cuales no deberían de dárselas en absoluto.
El
nuevo feminismo, totalmente opresor, ha degenerado en la creación de nuevos
monstruos inquisidores, que hay que evitar que prospere y se imponga en la
sociedad, creando mayores dificultades para la convivencia en armonía y con
sentido común.
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