Ayer
todo el día las televisiones y la prensa hablando del fugaz beso ( que ni
robado) que el presidente de la federación femenina de fútbol le dío a Jenni
Hermoso para felicitarla por ganar el mundial en Australia frente a un partido
contra el equipo inglés.
Todos
pintándolo como una guarreria inadmisible, como un abuso agresivo, como una
violentación, como algo que tiene que pasar por los tribunales y castigarlo
penalmente. Casi parecían los voceros de una Inquisición que se dedica a
perseguir a pecadores que se pasan por encima la supuesta puritana moralidad
que quieren imponer, sobre todo las feministas de signo comunista, que además
tienen tres mujeres ministros en el gobierno de Pedro Sánchez.
Pero en realidad se aprovechan de estas
tonterías para tener entretenidos y confundidos a los ciudadanos, y así poder
tapar los verdaderos problemas de los que son incapaces o no quieren hacer
frente ni dar explicaciones.
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