La tragedia de las devastadoras inundaciones de Valencia que ha arrojado a la ruina y al desamparo la vida de miles de personas y empresas, tiene su origen en la expresa negligencia política y la aplicación de la destructiva Agenda 2030, que impone el derribo de pantanos entre otras menudencias nefastas contra los ciudadanos.
Sin presas, por todo el país existe el peligro de inundaciones cuando se produzcan lluvias intensas ( que nada tienen de ver con ese alarmismo que llaman “emergencia climática” y que es un relato para atemorizar a la gente y un instrumento para cobrarles más impuestos y obligarles a determinadas restricciones). También el peligro de sequías implacables cuando no llueva durante un largo tiempo, que nos llevará a malvivir y a que tomen medidas aún más restrictivas que van a rebajar muchísimo nuestro ya bastante maltratado nivel de vida por la falta de agua potable. Urge, pues, para evitar nuevos desastres y la miseria que conlleva, volver a reconstruir las presas derribadas, construir de nuevas, y hacer infraestructuras que eviten las inundaciones y las sequías ( aparte de ser muy positivas para la economía del país, al generar agua y electricidad abundante, que buena falta nos hace).
Interesa que el país vaya mal: desastres naturales sin medidas de prevención ni de control, no enviar al ejército junto con las fuerzas de orden público y los bomberos para socorrer a los damnificados, no permitir que llegue la ayuda de los voluntarios poniéndoles todo tipo de trabas, dejar suelta una delincuencia que roba y se apropia de la propiedad ajena, y consentir una irresponsable invasión inmigrante ilegal ( futuros votantes de sus favorecedores), etc…., toda una estrategia política encaminada a llevar cada vez más malestar al país, para convertirlo en algo lo más parecido a una dictadura y tener a todo el mundo controlado y sometido.
Entidades civiles y particulares ya han denunciado el desastre y exigen responsabilidades penales y civiles a los políticos por esta negligencia expresa criminal, que es de desear que la justicia haga debidamente su trabajo, con auténtico sentido común, patriotismo y justicia en su pleno sentido de la palabra, y que se castigue a los culpables con penas de prisión y con obligaciones de responder de su propio peculio todos los daños causados, tanto directos como colaterales.
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