miércoles, 21 de febrero de 2024

HOMENAJE A ADOLFO SUÁREZ ( FOTOS RETROSPECTIVAS DEL PRESIDENTE)

 


EL ADOLFATO ( EL ENCANTO DEL PRESIDENTE SUÁREZ) Un periodista parlamentario de los primeros años de la Transición Española, un tal Víctor Márquez, vino a denominar la etapa de los gobiernos de Adolfo Suárez, con el nombre de “El Adolfato”, olvidada expresión que también acuñaría el no menos famoso periodista de aquella nostálgica época Luis Carandell. En ese tiempo, España había pasado repentinamente de una Dictadura a una Democracia, para admiración del mundo, y ese presidente trató de elevar a la categoría de “normal, lo que a nivel de calles se consideraba sencillamente normal”, según expresión del propio Adolfo Suárez. En esa época todavía había ilusión entre una inmensa mayoría de españoles, que creían en una democracia con libertades, y nadie se imaginaba que con el paso de los años se formaría una fauna política que perderían la noción de la honradez, la dignidad y el sentido común, para encerrarse en sus cargos y poltronas de marfil, y acabar únicamente interesada en procurar por sus propios intereses personales o partidistas, sobretodo los monetarios, en vez del desarrollo constitucional de derechos tales como los de la vivienda, el trabajo, o la educación, por citar tres ejemplos, que para muchos españoles sigue siendo como un sueño inaccesible, tanto en tiempos de la bonanza económica, como los actuales de crisis y carestía de la vida. Cuando hoy por hoy en general carecemos de políticos honestos, honrados y lo suficientemente preparados, y sólo nos rodea una casta política de mediocridades envidiosas que han hecho de España su finca particular con la que expoliar y sacarle todo el jugo mientras les dure el cargo, la figura histórica de Adolfo Suárez y su ejemplo de servicio a la nación española, reclama ser rescatada de la Historia. España necesita alguien que sin ser necesariamente como él, tenga el suficiente talante y capacidad de diálogo para tomar las riendas del país y llevarlo a puerto seguro y lejano de la catástrofe adónde nos ha llevado la actual casta política, dejando el país endeudado, empobrecido, y sumido en una incertidumbre crónica sin futuro claro para los jóvenes y los no tan jóvenes. Adolfo Suárez, hijo de un oscuro procurador de los tribunales, y emparentado con el dueño del “Anís González” de Cebreros (Ávila), un anís de los más conocidos junto con el anís del mono, por los aficionados a una pequeña copa con el famoso licor, empezó desde muy joven su carrera política, escalando paso a paso hasta llegar a la presidencia. Pero aquí no es mi intención explicar su biografía, sino más bien algunas características de la personalidad del personaje que fueron claves para que se beneficiaran el conjunto de la nación española recién salida de una dictadura y con fuertes anhelos de vivir en una nueva sociedad con democracia y libertades.. Se supone que Adolfo Suárez aprendió desde muy jovencito el viejo proverbio chino de “quien no sabe sonreír, no debe de abrir una tienda”, para algún día ser capaz de vender el producto “reforma política hacia la democracia, y constitución española”, y también para luego formar un “centro” político en el que transformar una España de corte progresista y liberal al mismo tiempo, como lo sería luego el CDS ( Centro Democrático y Social), tras dejar una UCD ( Unión de Centro Democrático) donde le acosaban, criticaban y descalificaban casi todos los barones de diversas tendencias políticas, tales como democristianos, liberales, conservadores, socialdemócratas y ex-franquistas renovados. Cuando la gente se había acostumbrado a los temidos jerarcas franquistas de cara larga y tics autoritarios, ese chico de Cebreros de origen modesto supo transmitir simpatía, amabilidad y cordialidad como nadie, característica y rasgo muy apreciados por pueblos sureños y mediterráneos, que luego se lo copiarían personajes más de un norte de tics protestantes como Ronald Reagan, Tony Blair, Bill Clinton, o el mismo sureño Silvio Berlusconi, que mientras en la boca tienen la sonrisa presta, con la mano al mismo tiempo consultan la última encuesta sobre su popularidad antes de decidir cualquier acción de gobierno. Se supone que es algo muy importante en política que un hombre o mujer que sepan sonreír, y repartir simpatía, amabilidad y cordialidad, para ganarse a la gente que es una de las cosas que más se esperan de un político. En esto Suárez no solo era un incomparable maestro, que sabia darle a cada uno la importancia que tenía y merecía, sino que además era insuperable en el arte de la seducción, una cualidad muy necesaria en la negociación política, cuando de antemano ya se saben las negaciones que se van a recibir, así como todas las criticas e incluso descalificaciones, toda la sarta de peticiones y demás lista de regateos propios de las discusiones políticas. El hombre que pretendió “elevar a categoría de normal, lo que a nivel de calle era simplemente normal”, lo consiguió a base de sonrisas y de repartir cordialidades, algo muy escaso entre la actual casta política completamente apoltronada hasta tal punto que nadie quiere oír ni hablar sobre una democracia de “listas abiertas”. Su elegancia sencilla de sobrio traje y corbata castellanos, su impecable compostura en el saber estar de cada momento, su voz aterciopelada, sus maneras amables, su enorme resistencia física y psicológica….su capacidad de seducción, hicieron el milagro de cambiar la Dictadura heredada por el Caudillo Francisco Franco, por una democracia avanzada de corte occidental. Hay que decir que el “encanto personal” es un valor muy cotizado en la sociedad española, ya que el español por lo general es muy emotivo y temperamental, por lo que valora ese saber estar simpático, sea político o torero el personaje en cuestión. Él era un hombre que sabía como tratar a quien tuviera enfrente, con aquello que se dice en catalán “la mentalidad de comerciante”, de saber tenerle contento, porque siempre habrá que venderle algo, y en este caso se trataba de vender un nuevo modelo de estado más libre y más democrático con una nueva Constitución (que él la llamó “de la concordia”), incluso a alguien tal alejado de él ideológicamente, como el comunista Santiago Carrillo, en comparación a los años franquistas. Lo hizo magistralmente y por eso es vivamente recordado, cuando en comparación otros presidentes de la moderna democracia española ya están casi olvidados, e incluso algunos sólo se han ganado el desprecio de buena parte del pueblo español. Adolfo Suárez tenía una forma de saludar muy calurosa y salada que le caracterizaba (yo mismo le di la mano una vez que vino a Girona a dar un mitin en 1980, mientras se dirigía al hotel Ultonia, y yo era un joven adolescente, y de ese apretón de manos tan receptivo, todavía no he logrado olvidarme). Si uno se fijaba bien, se notaba como trasmitía su encanto a la hora de saludar: adelantaba ligeramente el antebrazo derecho, marcando las convenientes distancias, mientras su mano izquierda se apoderaba del codo derecho del saludado cuyo antebrazo se veía sacudido en afectuoso y breve vaivén, al tiempo que recibía la mejor de sus sonrisas. Y no digamos de la forma de dar el abrazo cuando la ocasión lo requería, sobretodo entre mandamases de países árabes o sudamericanos, que más valoran esa forma de saludo más próximo. No es que fuera besucón con los otros políticos (salvo con las mujeres), pero sus abrazos casi rozaban la sensualidad. Tan caluroso, tan simpático, tan amable y tan cordial era, que se dice que el propio rey de Arabia Saudita de entonces con quien Adolfo Suárez tuvo un encuentro para garantizar el suministro del petróleo árabe para España, el rey Jaled, dijo de él en francés: “Quel homme, quelle image!”. No era nada envidioso y a diferencia de los políticos actuales, se dice que se quejaba de la falta de las personas mejor preparadas para constituir sus gabinetes, que aprovechaba para pedirle a los políticos que le trataban cuando los recibía en audiencia en La Moncloa diciéndoles algo así como: “tienes que darme nombres”, entre ellos a los mismísimos catalanes como los Honorables Joseph Tarradellas, o Jordi Pujol. Tenía un gran dominio de la fotogenia y la imagen televisiva (y no sólo lo que aprendió de su etapa de director general de televisión española, en la que le enseñó los estudios televisivos a nada más que al propio Julio Iglesias, el cual al parecer le dio algunos consejos de su famoso asesor de imagen Alfredo Fraile). Por esa razón, también las fotos le quedan bastante expresivas y bien, con ese encanto que se dice que es muy propio de personas de la nariz alargada, ya que rostros de narices alargadas producen sonrisas más pronunciadas. Fue un buen lector de discursos con esa voz terciopelada, y aunque persona bastante discreta y de conceder muy pocas entrevistas a los periodistas, en los debates parlamentarios demostró ser un excelente orador, muchas veces sin necesidad de papeles, lo cual indicaba su alto grado de preparación como abogado, y en las entrevistas que concedía a los periodistas sus respuestas eran bastante claras y llanas, sin emplear la típica verborrea de la confusión típico de los políticos que pretenden eludir el tema y concluir por desgaste. No se le conoce ninguna descalificación o insulto, y lo más duro que dijo, fue contra Fraga en un respetuoso tono, para decirle: “Para el señor Fraga, gobernar bien, es elegirle a él” Llama la atención que eran un gran fumador de cigarrillos fuertes, muy en boga en la época en la que fumar parecía ser de más hombre, y llegó a aficionarse a los aromáticos puros habanos que le enviaba Fidel Castro, tras visitarle en la isla caribeña en 1978, y antes de que se aprobara la constitución. El hombre del “puedo prometer y prometo” o “no hay nadie en el mundo que me sugiera qué debo de hacer”, demostró en público ser un hombre valiente, tras salvar el honor del parlamento español al ser el único político que no se echó humillado al suelo del escaño cuando el episodio del golpe de estado de Antonio Tejero Molina y los guardias civiles disparando al aire con la ametralladora. Se dice que en principio para evitar que el socialismo se extendiera por el país, Manuel Fraga, buscando un pacto coalición de la “gran derecha” con el sucesor de Suárez en la presidencia del gobierno, Leopoldo Calvo Sotelo, que este último rechazo e hizo posible la victoria del socialista Felipe González como nuevo presidente del gobierno. Pero en unas siguientes elecciones, Manuel Fraga como líder de la derecha española, consciente de su encanto y elevado poder carismático le había ofrecido la presidencia del gobierno a Adolfo Suárez y que fuera cabeza de cartel en una gran coalición de Centro-derecha, pero al parecer ese último nunca se entendió bien con el impulsivo ex ministro franquista, y su rechazo llevó a que nuevamente Felipe González continuara en el poder. Naturalmente, el hombre tenía sobrada experiencia en gobiernos de coalición desde la propia UCD, un conglomerado de partidos dispares, agrupados en torno a la figura del presidente. Su arte político de vender, debería ser aprendido, y hoy por hoy lo que hace falta en nuestra deteriorada sociedad española es vender la lucha contra el paro, la bajada de los impuestos, la liquidación de la deuda pública, la recuperación de las libertades, el orgullo se sentirse patriota español, la accesibilidad a la vivienda y a la educación, etc… En cierta manera, un nuevo regreso al estilo del Adolfato, con listas abiertas, de lo cual los mediocres políticos actuales deberían de aprender. En los últimos años tuvo que soportar la terrible enfermedad de Alzheimer (una enfermedad que hace encoger y degenerar el cerebro), en la que no se reconoce ni a si mismo, aunque podía sentir a los que estaban a su alrededor, y su familia le cuida a él. Triste sino para alguien que lo fue todo en España, y que es bien recordada su obra y su figura por la inmensa mayoría de los españoles. ¿Su fallo en su obra de gobierno?, yunque él sería fiel a su obra de gobierno, yo me atrevería a decirle lo mismo que en su momento Manuel Fraga Iribarne le dijo: "es un tremendo error incluir en la Constitución el reconocer las 17 autonomías para el "café para todos", puesto que hoy, unas décadas después, vemos las consecuencias, y lo muy costoso e ineficaz que nos ha supuesto ese "Estado de las Autonomías". Y EN LA MEMORIA DE ADOLFO SUÁREZ OS DEJO CON UNA GALERIA DE FOTOGRAFÍAS RETROSPECTIVAS Y VIEJAS DEL PRESIDENTE ADOLFO SUÁREZ, DE MI COLECCIÓN PRIVADA Y RESCATADAS DE UN VIEJO Y OLVIDADO BAÚL, AUNQUE ALGO DESGASTADAS POR EL PASO DE LOS AÑOS Y DE AHÍ LA BAJA CALIDAD DEL ALGUNAS. SE QUE FALTAN BASTANTES, PERO NO LAS HE PODIDO ENCONTRAR TODAS.


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