Como si fuera en una película de “Misión Imposible”
interpretada por Tom Cruise, Carles Puigdemónt regresó a Barcelona, habló desde
una tribuna pública callejera, e inmediatamente se fugó sin dejar rastro, pese
a la “Operación Jaula” para detenerle como si fuera un animal vivo, ejerciendo
unos 500 mozos de escuadra las funciones de cazadores del fugitivo.
No sabemos cómo se fugó, y quizás se haya disfrazado y desde
paradero desconocido haya tomado un avión privado y ya esté en otro país tal
como ha manifestado su abogado Gonzalo Boye. Esta situación plantea interrogantes sobre la eficacia de las
fuerzas de seguridad y la posibilidad de que existiera una complicidad en su
fuga.
Esta fuga tiene que haber sido posible con la complicidad de
los mandos de las distintas fuerzas policiales ( Pedro Sánchez y Fernando
Grande Marlaska, y el presidente de la Generalitat en funciones Pere Aragonés,
así como su consejero de interior y el jefe de los mozos de escuadra). El
partido patriótico VOX y otras entidades ya han anunciado que van emprender
acciones judiciales contra los responsables de la fuga de Carles Puigdemont.
Algunos van a tener que dar explicaciones ante lo que muchos líderes de la
oposición han calificado de vergüenza, dejando en un grave ridículo la imagen
de España en el ámbito internacional.
Mientras tanto Salvador Illa ha logrado salir investido
presidente de la Generalitat, con lo que ganan la Agenda 2030 y la invasión
inmigrante, al mismo tiempo que subirán los impuestos, y habrá más delincuencia
y menos libertades. Cataluña va por la senda de convertirse en una dictadura
socialista, y posteriormente en una dictadura islámica, en la que los derechos
humanos y las libertades estarían comprometidas, siendo los más afectados las
mujeres y el resto de ciudadanos autóctonos.
Este escenario plantea un futuro incierto para Cataluña y España, donde la política y la seguridad se entrelazan en una narrativa compleja y preocupante. La fuga de Puigdemont no solo es un episodio más en la historia reciente de la política catalana, sino que también refleja las tensiones y divisiones que persisten en la sociedad española.
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