domingo, 9 de febrero de 2025

PREMIOS GOYA 2025, UN PATÉTICO CIRCO PROPAGANDÍSTICO

 


La 39ª edición de los Premios Goya, celebrada el 8 de febrero de 2025 en el Palacio de Congresos de Granada, ha vuelto a ser mucho más que una simple gala de reconocimiento al cine español. Este año, el evento ha estado marcado por una mezcla explosiva de controversias, discursos políticos y un trasfondo económico que pone en cuestión el papel de la industria cinematográfica en España. Mientras el público esperaba una noche dedicada al arte y la creatividad, lo que obtuvo fue un escaparate de ideologías, críticas internacionales y un reflejo de las tensiones sociales y políticas del momento.

 

La presencia del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, no pasó desapercibida, pues nada más entrar desde la calle fue muy abucheado, y en consecuencia su aparición en la alfombra roja fue recibida con reacciones mixtas, reflejo de la polarización política en España. Sánchez aprovechó la ocasión para enfatizar valores como el respeto, la tolerancia y la diversidad, especialmente en un contexto internacional marcado por discursos que él calificó de "preocupantes", al referirse a Trump y lo que él llama la "ultraderecha" a las formaciones políticas que no comulgan con la Agenda 2030, y contra las que se les aplica censura, restricciones, y falta de libertad de expresión. Sin embargo, su presencia en un evento financiado exclusivamente con fondos públicos no dejó de generar críticas, especialmente en un momento en el que las políticas gubernamentales son objeto de debate intenso por la corrupción y el despilfarro, cuando los damnificados de las riadas de Valencia o los servicios sanitarios están en estado muy crítico.

 

Además, Sánchez reveló su "debilidad" por una película que trata sobre unos rockeros de los años 90, una de las películas más nominadas, no solo por su conexión con Granada, sino también por su gusto personal por la música indie y Los Planetas, lo que añadió un toque más personal a su intervención. Este gesto, aunque anecdótico, pone de manifiesto la cercanía del presidente con ciertos sectores musicales, algo que no siempre es bien recibido por todos los espectadores que lo consideran de mal gusto ese tipo de música.

 

Uno de los temas más comentados de la noche fue la ausencia de la transexual Karla Sofía Gascón, protagonista de Emilia Pérez y nominada al Oscar. Aunque inicialmente se esperaba que estuviera presente, su exclusión de la gala fue confirmada tras la reaparición de antiguos tuits suyos con contenido que algunos intolerantes consideran racista, al cuestionar el patriarcado y el machismo de los musulmanos hacia los homosexuales, lesbianas, y las mujeres, como si la actriz no tuviera derecho a la libertad de expresión en la esfera privada, y con ello no valorando su faceta de actriz.

 

Este episodio ha reavivado el debate sobre la libertad de expresión y la cultura de lo que llaman lo “políticamente correcto” en España. ¿Es legítimo excluir a una actriz por comentarios pasados, especialmente cuando su trabajo artístico ha sido ampliamente reconocido?. La pregunta queda abierta, pero lo cierto es que la ausencia de Gascón dejó un vacío notable en una gala que, en teoría, debería centrarse en celebrar el talento.

 

Y sin embargo, si ha habido premio Goya de reconocimiento para el actor norteamericano Richard Gere ( entregado por Antonio Banderas), que ha cargado contra Donald Trump, el actual presidente elegido por una amplia mayoría absoluta de votantes norteamericanos, y diciendo que en su país y en el resto del mundo está todo muy enloquecido.

 

 

El reconocimiento a Gere, más allá de su trayectoria cinematográfica, pareció también un guiño a su activismo social, lo que refuerza la percepción de los Goya como una plataforma para mensajes ideológicos. Sin embargo, esta decisión no estuvo exenta de críticas, especialmente entre quienes consideran que un evento de cine no debería convertirse en un altavoz político o ideológico, mucho menos para opinar sobre líderes extranjeros elegidos democráticamente por una amplia mayoría.

 

El caso es que este evento nos cuesta mucho dinero a los contribuyentes, y lo mismo las subvenciones a unas películas de muy mala calidad que casi nadie va a ver. Además en la ceremonia de los Goya 2025 se habló de sesgos políticos e ideológicos, hablando de temas como el feminismo, la inmigración ilegal, el cambio climático, la vivienda, etc…., cosas de las que no deberían de hablarse en un evento que hace referencia a la industria del entretenimiento, y no a una maquinaria de propaganda al servicio de una agenda política o ideología.

 

 

Las distintas películas premiadas con los Goya, no necesariamente reflejan el interés del público general. Este contraste pone en cuestión el verdadero valor de los premios: ¿son un reconocimiento al arte o un respaldo a proyectos que, sin apoyo estatal, difícilmente serían viables?.  La gala también fue escenario de discursos que abordaron temas como el feminismo, la inmigración y el cambio climático, cuestiones que, aunque relevantes, muchos consideran fuera de lugar en un evento dedicado al entretenimiento.

 

El verdadero premio está en la recaudación de taquilla, por las veces que la gente va a ver la película, y es en lo que valora las interpretaciones e historias de cada película. Y lo malo es que los cineastas y los actores tienen que comulgar con la mano que le da la subvención, con lo cual no les queda otra cosa que posicionarse políticamente aunque esto acabe por resultar ridículo hasta el punto que acaba con la carrera cinematográfica de cada interesado.


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