viernes, 7 de marzo de 2025

REARMAR EUROPA ES UN ABSURDO ERROR

 


Emmanuel Macron se dirigió a su país por televisión, incitando a que se debe de rearmar, tanto Francia como la Unión Europea, con la excusa de la guerra de Ucrania contra Rusia, ahora que Estados Unidos ya no quiere participar más en esta inútil guerra que ha costado millones de desplazados caídos en desgracia y en la miseria sin menoscabo  del coste en innumerables vidas humanas en los diversos bandos con todo el dolor que supone.

 

El presidente ruso Vladimir Putin ya ha respondido sobre la imprudencia de estas declaraciones.

 

Al parecer tanto Donald Trump como Vladimir Putin saben de lo inútil de las guerras, aunque cada uno defiende bien los intereses de sus respectivos países.

 

Pero el interés en el rearme son lo que se beneficiarían las empresas armamentísticas, sobre todo de los países que más interesados están en que siga la guerra de Ucrania, con la supuesta excusa de que Rusia puede invadir Europa, y que son la Francia de Macrón y la Gran Bretaña de Keir Starmer.

 

Producir más tanques, aviones, helicópteros, bombas, ametralladoras, misiles, naves de guerra, etc…, así como equipar a la soldadesca y los oficiales, es un suculento negocio de los que se beneficiarían algunos grandes especuladores que son los que están detrás de estos políticos globalistas de la Agenda 2030 y que sólo les interesa acaparar más poder y dinero, desatendiéndose del bienestar de los ciudadanos. Y todo para un tipo de guerra que no va a poder ser nuclear, sino el convencional que ha sido hasta el momento, como ha sido el caso de la guerra de Ucrania.

 

Además, casi no se habla de la devastación que produce la guerra, el sufrimiento que conlleva, todas las desgracias individuales que suponen, y con que tanto la pérdida de vidas de rusos como de ucranianos, no ha servido para nada pero ha dejado su lamentable estela de desgracia.

 

Esto supondrá un importante y significativo desembolso en impuestos contra los ciudadanos de la Unión Europea, que se puede traducir, también, en más inflación y más pobreza, y un malgasto de dinero que no se destinará a otros fines más necesarios como la sanidad, vivienda, las pensiones, etc…, ni para paliar la enorme deuda pública que arrastran muchos países europeos.

 

Además, la idea de un ejército europeo unificado plantea problemas prácticos que rayan en lo absurdo. La Unión Europea reúne a 27 naciones, con idiomas, culturas y tradiciones distintas. ¿Cómo se coordinarían tropas de países con historias de rivalidad? ¿Aceptarían los soldados griegos órdenes de un mando alemán, o los polacos de un oficial francés? La diversidad, que es una fortaleza en tiempos de paz, podría convertirse en un caos en el campo de batalla. Y todo esto para preparar una guerra convencional —como la de Ucrania—, ya que el espectro de un conflicto nuclear sigue siendo, afortunadamente, una línea que nadie parece dispuesto a cruzar.

 

Lo más alarmante, sin embargo, es el silencio. Donde antes resonaban gritos de “no a la guerra” en las calles de Europa —como durante los conflictos de Vietnam o Irak—, hoy apenas se escucha un murmullo. La resignación parece haber reemplazado a la indignación, y eso es peligroso. Porque la paz no es un regalo que cae del cielo; es una conquista que exige voces altas y voluntades firmes. Rearmar Europa no solo es un error económico y logístico: es un paso atrás en la búsqueda de un mundo donde las diferencias se resuelvan con diálogo, no con balas. Quizá sea hora de recordar que las guerras no las ganan los ejércitos, sino los pueblos que se niegan a pelearlas con ciudadanos que luchan por la paz. Europa, con su historia marcada por la devastación de dos guerras mundiales, debería saberlo mejor que nadie.


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