Si
Alberto Núñez Feijóo llega a ser el próximo presidente del Gobierno, podríamos
enfrentarnos a una situación extremadamente grave y preocupante. Aunque muchos
lo consideran un político de derechas, sus acciones y propuestas revelan un
perfil mucho más afín al socialismo radical que al que exhibe Pedro Sánchez. Su
obsesión por imponer las políticas de la Agenda 2030 a cualquier precio pone en
peligro nuestro modo de vida, especialmente en lo que respecta a la libertad de
usar nuestros queridos coches convencionales.
No
podemos pasar por alto su historial. Cuando era presidente de la Xunta de
Galicia, afirmó que no obligaría a nadie a vacunarse contra el COVID, pero acto
seguido amenazó con multas desorbitadas de entre 60.000 y 600.000 euros a
quienes no lo hicieran. Una medida tan draconiana solo fue detenida por la
intervención del Tribunal Constitucional. Este precedente nos da una idea de su
estilo: palabras suaves que esconden decisiones implacables.
Entre
sus planes más alarmantes está su intención de eliminar de la circulación los
coches con más de diez años de antigüedad. Esto supondría un golpe devastador
para millones de ciudadanos que dependen de sus vehículos para trabajar, llevar
a sus hijos al colegio o simplemente sobrevivir en el día a día. ¿Qué
alternativa ofrece Feijóo? Obligarnos a comprar coches eléctricos, una opción
que, lejos de ser práctica o eficiente, está plagada de inconvenientes y
resulta inalcanzable para la mayoría. Mientras tanto, los coches
convencionales, fiables y económicos, seguirían siendo la mejor opción si no
fuera por estas políticas restrictivas.
Recientemente,
Feijóo ha hecho declaraciones que deberían ponernos en alerta máxima. Ha
insistido en que "descarbonizar y competitividad deben ir de la mano"
y que esto se hace "en aras de reducir emisiones y aumentar la
seguridad". Pero esto no es más que una cortina de humo. ¿Cómo vamos a
competir con países como Estados Unidos o potencias emergentes que siguen usando
combustibles fósiles sin restricciones? La descarbonización forzosa no solo nos
deja en desventaja, sino que tampoco garantiza ninguna "mayor
seguridad". Es una excusa vacía para imponer su agenda.
Su
gran apuesta es reducir la antigüedad del parque automovilístico español, lo
que en la práctica significa prohibir vehículos perfectamente funcionales para
empujarnos hacia los coches eléctricos. Si ya hablaba de eliminar los coches de
más de diez años, imaginaos lo que podría hacer desde la Moncloa: restricciones
aún más severas que nos obliguen a deshacernos de nuestros coches en plena
forma. Y todo para favorecer una tecnología, la del coche eléctrico, que no
tiene nada de eficiente. Su autonomía limitada, los eternos tiempos de recarga,
la escasez de puntos de carga y su elevado coste lo convierten en un fiasco
frente a las enormes ventajas del coche convencional, que nos ha acompañado
durante décadas con fiabilidad y practicidad.
Para
colmo, Feijóo propone un plan RENOVE que supuestamente facilitaría la compra de
coches eléctricos. Pero, seamos realistas: estos vehículos son prohibitivamente
caros, con o sin ayudas, para la inmensa mayoría de los españoles. Y lo peor es
que ese plan RENOVE no sale gratis: se financia con subidas de impuestos que
pagamos todos, incluidos los que nunca podrán permitirse un eléctrico. En
resumen, un regalo para los más ricos a costa del esfuerzo de los trabajadores.
Mientras tanto, las infraestructuras para los coches eléctricos siguen siendo
insuficientes, y su uso cotidiano es un quebradero de cabeza en comparación con
la libertad que nos ofrecen los motores de combustión.
Alberto
Núñez Feijóo no solo amenaza con quitarnos nuestros coches, sino con imponernos
una alternativa inviable que beneficia a unos pocos y perjudica a la mayoría.
El coche convencional sigue siendo el rey por derecho propio: práctico,
accesible y adaptado a nuestras necesidades reales. No dejemos que nos lo
arrebaten, y la mejor manera de impedirlo es no votarle, ni a él, ni a Pedro
Sánchez, ni a los comunistas, ni a los separatistas, porque todos estos quieren
obligarnos por la fuerza a tragarnos la destructiva Agenda 2030, quitarnos las
libertades, y empobrecernos. Pensad bien
en ello a la hora de votar, porque os podéis quedar sin coche.
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