Durante
la presente Semana Santa, de manera discreta
para no llamar la atención a la ciudadanía, el Boletín Oficial del Estado (BOE)
publicó las nuevas asignaciones de subvenciones otorgadas a los partidos
políticos según los votos obtenidos. Estas ayudas, financiadas con los
impuestos de los ciudadanos, generan descontento, ya que muchos consideran que
el dinero público no debería destinarse a partidos que no representan sus preferencias
ideológicas.
En
lugar de depender de fondos públicos, los partidos políticos deberían
sostenerse mediante las cuotas de sus afiliados o donaciones de sus
simpatizantes. Esta práctica garantizaría una mayor transparencia y equidad,
evitando que los contribuyentes financien organizaciones con las que no
comulgan. Además no son tan democráticos como parecen, al no existir las listas
abiertas, y los candidatos dependen de adónde los coloque el jefe del partido,
al que tienen que mirar de contentar y no contrariar para conservar el puesto
que le permite vivir muy bien.
Por
otro lado, el Gobierno ha abordado la reforma de las jubilaciones anticipadas,
un sistema que presenta desigualdades significativas entre distintos sectores
laborales. Actualmente, quienes han cotizado durante más de 40 años y optan por
la jubilación anticipada enfrentan una penalización del 21% en su pensión, lo
que resulta injusto para muchos trabajadores que tendrían derecho a jubilarse
antes por los muchos años aportados en cotizaciones.
Además,
ciertos colectivos, como la policía, los actores o los toreros, por citar tres
ejemplos, pueden acceder a la jubilación anticipada sin recortes, mientras que
profesiones de alto riesgo y gran desgaste físico, como albañiles, agricultores,
ganaderos o trabajadores forestales, no gozan de este beneficio. Esta
disparidad pone en evidencia la necesidad de una reforma que contemple
criterios más equitativos y reconozca las particularidades de cada profesión.
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