EL ADOLFATO ( EL ENCANTO DEL PRESIDENTE
SUÁREZ) Un periodista parlamentario de los primeros años de la Transición
Española, un tal Víctor Márquez, vino a denominar la etapa de los gobiernos de
Adolfo Suárez, con el nombre de “El Adolfato”, olvidada expresión que también
acuñaría el no menos famoso periodista de aquella nostálgica época Luis
Carandell. En ese tiempo, España había pasado repentinamente de una Dictadura a
una Democracia, para admiración del mundo, y ese presidente trató de elevar a
la categoría de “normal, lo que a nivel de calles se consideraba sencillamente
normal”, según expresión del propio Adolfo Suárez. En esa época todavía había
ilusión entre una inmensa mayoría de españoles, que creían en una democracia
con libertades, y nadie se imaginaba que con el paso de los años se formaría
una fauna política que perderían la noción de la honradez, la dignidad y el
sentido común, para encerrarse en sus cargos y poltronas de marfil, y acabar
únicamente interesada en procurar por sus propios intereses personales o
partidistas, sobretodo los monetarios, en vez del desarrollo constitucional de
derechos tales como los de la vivienda, el trabajo, o la educación, por citar
tres ejemplos, que para muchos españoles sigue siendo como un sueño
inaccesible, tanto en tiempos de la bonanza económica, como los actuales de
crisis y carestía de la vida. Cuando hoy por hoy en general carecemos de
políticos honestos, honrados y lo suficientemente preparados, y sólo nos rodea
una casta política de mediocridades envidiosas que han hecho de España su finca
particular con la que expoliar y sacarle todo el jugo mientras les dure el
cargo, la figura histórica de Adolfo Suárez y su ejemplo de servicio a la nación
española, reclama ser rescatada de la Historia. España necesita alguien que sin
ser necesariamente como él, tenga el suficiente talante y capacidad de diálogo
para tomar las riendas del país y llevarlo a puerto seguro y lejano de la
catástrofe adónde nos ha llevado la actual casta política, dejando el país
endeudado, empobrecido, y sumido en una incertidumbre crónica sin futuro claro
para los jóvenes y los no tan jóvenes. Adolfo Suárez, hijo de un oscuro
procurador de los tribunales, y emparentado con el dueño del “Anís González” de
Cebreros (Ávila), un anís de los más conocidos junto con el anís del mono, por
los aficionados a una pequeña copa con el famoso licor, empezó desde muy joven
su carrera política, escalando paso a paso hasta llegar a la presidencia. Pero
aquí no es mi intención explicar su biografía, sino más bien algunas
características de la personalidad del personaje que fueron claves para que se
beneficiaran el conjunto de la nación española recién salida de una dictadura y
con fuertes anhelos de vivir en una nueva sociedad con democracia y
libertades.. Se supone que Adolfo Suárez aprendió desde muy jovencito el viejo
proverbio chino de “quien no sabe sonreír, no debe de abrir una tienda”, para
algún día ser capaz de vender el producto “reforma política hacia la
democracia, y constitución española”, y también para luego formar un “centro”
político en el que transformar una España de corte progresista y liberal al
mismo tiempo, como lo sería luego el CDS ( Centro Democrático y Social), tras dejar
una UCD ( Unión de Centro Democrático) donde le acosaban, criticaban y
descalificaban casi todos los barones de diversas tendencias políticas, tales
como democristianos, liberales, conservadores, socialdemócratas y
ex-franquistas renovados. Cuando la gente se había acostumbrado a los temidos
jerarcas franquistas de cara larga y tics autoritarios, ese chico de Cebreros
de origen modesto supo transmitir simpatía, amabilidad y cordialidad como
nadie, característica y rasgo muy apreciados por pueblos sureños y
mediterráneos, que luego se lo copiarían personajes más de un norte de tics
protestantes como Ronald Reagan, Tony Blair, Bill Clinton, o el mismo sureño
Silvio Berlusconi, que mientras en la boca tienen la sonrisa presta, con la
mano al mismo tiempo consultan la última encuesta sobre su popularidad antes de
decidir cualquier acción de gobierno. Se supone que es algo muy importante en
política que un hombre o mujer que sepan sonreír, y repartir simpatía,
amabilidad y cordialidad, para ganarse a la gente que es una de las cosas que
más se esperan de un político. En esto Suárez no solo era un incomparable
maestro, que sabia darle a cada uno la importancia que tenía y merecía, sino
que además era insuperable en el arte de la seducción, una cualidad muy necesaria
en la negociación política, cuando de antemano ya se saben las negaciones que
se van a recibir, así como todas las criticas e incluso descalificaciones, toda
la sarta de peticiones y demás lista de regateos propios de las discusiones
políticas. El hombre que pretendió “elevar a categoría de normal, lo que a
nivel de calle era simplemente normal”, lo consiguió a base de sonrisas y de
repartir cordialidades, algo muy escaso entre la actual casta política
completamente apoltronada hasta tal punto que nadie quiere oír ni hablar sobre
una democracia de “listas abiertas”. Su elegancia sencilla de sobrio traje y
corbata castellanos, su impecable compostura en el saber estar de cada momento,
su voz aterciopelada, sus maneras amables, su enorme resistencia física y
psicológica….su capacidad de seducción, hicieron el milagro de cambiar la
Dictadura heredada por el Caudillo Francisco Franco, por una democracia
avanzada de corte occidental. Hay que decir que el “encanto personal” es un
valor muy cotizado en la sociedad española, ya que el español por lo general es
muy emotivo y temperamental, por lo que valora ese saber estar simpático, sea
político o torero el personaje en cuestión. Él era un hombre que sabía como
tratar a quien tuviera enfrente, con aquello que se dice en catalán “la
mentalidad de comerciante”, de saber tenerle contento, porque siempre habrá que
venderle algo, y en este caso se trataba de vender un nuevo modelo de estado
más libre y más democrático con una nueva Constitución (que él la llamó “de la
concordia”), incluso a alguien tal alejado de él ideológicamente, como el
comunista Santiago Carrillo, en comparación a los años franquistas. Lo hizo
magistralmente y por eso es vivamente recordado, cuando en comparación otros
presidentes de la moderna democracia española ya están casi olvidados, e
incluso algunos sólo se han ganado el desprecio de buena parte del pueblo
español. Adolfo Suárez tenía una forma de saludar muy calurosa y salada que le
caracterizaba (yo mismo le di la mano una vez que vino a Girona a dar un mitin
en 1980, mientras se dirigía al hotel Ultonia, y yo era un joven adolescente, y
de ese apretón de manos tan receptivo, todavía no he logrado olvidarme). Si uno
se fijaba bien, se notaba como trasmitía su encanto a la hora de saludar: adelantaba
ligeramente el antebrazo derecho, marcando las convenientes distancias,
mientras su mano izquierda se apoderaba del codo derecho del saludado cuyo
antebrazo se veía sacudido en afectuoso y breve vaivén, al tiempo que recibía
la mejor de sus sonrisas. Y no digamos de la forma de dar el abrazo cuando la
ocasión lo requería, sobretodo entre mandamases de países árabes o
sudamericanos, que más valoran esa forma de saludo más próximo. No es que fuera
besucón con los otros políticos (salvo con las mujeres), pero sus abrazos casi
rozaban la sensualidad. Tan caluroso, tan simpático, tan amable y tan cordial
era, que se dice que el propio rey de Arabia Saudita de entonces con quien
Adolfo Suárez tuvo un encuentro para garantizar el suministro del petróleo árabe
para España, el rey Jaled, dijo de él en francés: “Quel homme, quelle image!”.
No era nada envidioso y a diferencia de los políticos actuales, se dice que se
quejaba de la falta de las personas mejor preparadas para constituir sus
gabinetes, que aprovechaba para pedirle a los políticos que le trataban cuando
los recibía en audiencia en La Moncloa diciéndoles algo así como: “tienes que
darme nombres”, entre ellos a los mismísimos catalanes como los Honorables
Joseph Tarradellas, o Jordi Pujol. Tenía un gran dominio de la fotogenia y la
imagen televisiva (y no sólo lo que aprendió de su etapa de director general de
televisión española, en la que le enseñó los estudios televisivos a nada más
que al propio Julio Iglesias, el cual al parecer le dio algunos consejos de su
famoso asesor de imagen Alfredo Fraile). Por esa razón, también las fotos le
quedan bastante expresivas y bien, con ese encanto que se dice que es muy
propio de personas de la nariz alargada, ya que rostros de narices alargadas
producen sonrisas más pronunciadas. Fue un buen lector de discursos con esa voz
terciopelada, y aunque persona bastante discreta y de conceder muy pocas
entrevistas a los periodistas, en los debates parlamentarios demostró ser un
excelente orador, muchas veces sin necesidad de papeles, lo cual indicaba su
alto grado de preparación como abogado, y en las entrevistas que concedía a los
periodistas sus respuestas eran bastante claras y llanas, sin emplear la típica
verborrea de la confusión típico de los políticos que pretenden eludir el tema
y concluir por desgaste. No se le conoce ninguna descalificación o insulto, y
lo más duro que dijo, fue contra Fraga en un respetuoso tono, para decirle:
“Para el señor Fraga, gobernar bien, es elegirle a él” Llama la atención que
eran un gran fumador de cigarrillos fuertes, muy en boga en la época en la que
fumar parecía ser de más hombre, y llegó a aficionarse a los aromáticos puros
habanos que le enviaba Fidel Castro, tras visitarle en la isla caribeña en
1978, y antes de que se aprobara la constitución. El hombre del “puedo prometer
y prometo” o “no hay nadie en el mundo que me sugiera qué debo de hacer”,
demostró en público ser un hombre valiente, tras salvar el honor del parlamento
español al ser el único político que no se echó humillado al suelo del escaño
cuando el episodio del golpe de estado de Antonio Tejero Molina y los guardias
civiles disparando al aire con la ametralladora. Se dice que en principio para
evitar que el socialismo se extendiera por el país, Manuel Fraga, buscando un
pacto coalición de la “gran derecha” con el sucesor de Suárez en la presidencia
del gobierno, Leopoldo Calvo Sotelo, que este último rechazo e hizo posible la
victoria del socialista Felipe González como nuevo presidente del gobierno.
Pero en unas siguientes elecciones, Manuel Fraga como líder de la derecha
española, consciente de su encanto y elevado poder carismático le había
ofrecido la presidencia del gobierno a Adolfo Suárez y que fuera cabeza de
cartel en una gran coalición de Centro-derecha, pero al parecer ese último
nunca se entendió bien con el impulsivo ex ministro franquista, y su rechazo
llevó a que nuevamente Felipe González continuara en el poder. Naturalmente, el
hombre tenía sobrada experiencia en gobiernos de coalición desde la propia UCD,
un conglomerado de partidos dispares, agrupados en torno a la figura del
presidente. Su arte político de vender, debería ser aprendido, y hoy por hoy lo
que hace falta en nuestra deteriorada sociedad española es vender la lucha
contra el paro, la bajada de los impuestos, la liquidación de la deuda pública,
la recuperación de las libertades, el orgullo se sentirse patriota español, la
accesibilidad a la vivienda y a la educación, etc… En cierta manera, un nuevo
regreso al estilo del Adolfato, con listas abiertas, de lo cual los mediocres
políticos actuales deberían de aprender. En los últimos años tuvo que soportar
la terrible enfermedad de Alzheimer (una enfermedad que hace encoger y
degenerar el cerebro), en la que no se reconoce ni a si mismo, aunque podía
sentir a los que estaban a su alrededor, y su familia le cuida a él. Triste
sino para alguien que lo fue todo en España, y que es bien recordada su obra y
su figura por la inmensa mayoría de los españoles. ¿Su fallo en su obra de
gobierno?, yunque él sería fiel a su obra de gobierno, yo me atrevería a
decirle lo mismo que en su momento Manuel Fraga Iribarne le dijo: "es un
tremendo error incluir en la Constitución el reconocer las 17 autonomías para
el "café para todos", puesto que hoy, unas décadas después, vemos las
consecuencias, y lo muy costoso e ineficaz que nos ha supuesto ese "Estado
de las Autonomías". Y EN LA MEMORIA DE ADOLFO SUÁREZ OS DEJO CON UNA
GALERIA DE FOTOGRAFÍAS RETROSPECTIVAS Y VIEJAS DEL PRESIDENTE ADOLFO SUÁREZ, DE
MI COLECCIÓN PRIVADA Y RESCATADAS DE UN VIEJO Y OLVIDADO BAÚL, AUNQUE ALGO
DESGASTADAS POR EL PASO DE LOS AÑOS Y DE AHÍ LA BAJA CALIDAD DEL ALGUNAS. SE
QUE FALTAN BASTANTES, PERO NO LAS HE PODIDO ENCONTRAR TODAS.